Toda novedad no es sino un olvido.


El tiempo de las lilas tocaba a su fin; algunas había aún que expandían en altas arañas malvas las delicadas burbujas de sus flores; pero en mucha parte del follaje, donde una semana antes reventaba su embalsamado musgo, ahora se marchitaba, empequeñecida y negruzca, una hueca espuma, seca y sin aroma.