Toda novedad no es sino un olvido.


Recuérdese que no soy un moralista del amor, ni de nada. Soy sólo un poeta que ha compuesto tragedias espirituales en forma de un arte refinado. La capacidad de expresar justa, sobria y musicalmente la pena humana —la perfeción en verso—, la unidad interna del libro, me interesa mucho más que todo el tumulo de la historia […] Yo no soy, no anhelo ser un moralista; me conformo con ser un ruiseñor equivocado. —Porfirio Barba-Jacob