Toda novedad no es sino un olvido.


Los ríos fluían, y las olas rizaban el mar.  Cada astro seguía la órbita que le había fijado. Pronto maduraría el grano de los campos y empezaría la recolección.  Pero, 'quién había hecho madurar el grano? ¿Cómo podía la espiga surgir de la semilla? ¿Cómo podía el árbol, hoja, rama, fruta, brotar de un hoyo? ¿Cómo podía aparecer el hombre de una gota de semen depositados en el vientre de una mujer? Todo eso eran milagros, maravillas de maravillas. Sí, había muchas preguntas que hacer a Dios; pero, ¿quién era el hombre para comprender los actos de la Divinidad?