Toda novedad no es sino un olvido.


El ignorante se aburre en los caminos; sólo percibe las sensaciones de cansancio y de distancia […] Su alma está encerrada en la carne. Los ojos le sirven sólo para ver la comida, el obstáculo y la hembra; el oído, para oír ruidos, y el tacto el olfato y gusto, para los fines primordiales. —Fernando González